Ataque de Israel a Irán: el sionismo disemina su guerra por el mundo
- Redacción Política Global.AR
- 13 jun
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Mientras las potencias occidentales comienzan –tardíamente– a "descubrir" las atrocidades del asedio israelí sobre el pueblo palestino, Tel Aviv vuelve a encender la mecha de una escalada militar a gran escala. Esta vez, el blanco ha sido Irán, su principal enemigo regional, en un acto que pone en jaque la ya frágil estabilidad de Medio Oriente.
Los bombardeos israelíes, lanzados sin previo aviso público y en un contexto regional explosivo, podrían derivar en un conflicto de dimensiones mayores. En paralelo, Estados Unidos —el socio estratégico histórico de Israel— ha intentado mantener una postura ambigua: si bien niega su participación directa en el ataque, la evacuación del personal no esencial de su embajada en Bagdad sugiere que tenía conocimiento previo de la ofensiva o, al menos, de su inminencia.
Internamente, el primer ministro Benjamín Netanyahu atraviesa una de sus peores crisis políticas, con un gobierno debilitado y crecientes cuestionamientos. Sin embargo, lejos de retroceder, parece decidido a redoblar la apuesta militar. Aislado, pero con un poder aún significativo, Netanyahu ha advertido a su población que podrían verse obligados a permanecer en refugios durante “largos períodos de tiempo”. El mensaje no sólo refleja la gravedad del momento, sino también una estrategia: capitalizar el temor y el nacionalismo para sostenerse políticamente.
Según medios iraníes, los ataques israelíes habrían causado bajas de alto perfil: se reporta la muerte del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán, Mohammad Bagheri, y del líder de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami, además de dos científicos nucleares. Aunque todavía no hay confirmación oficial independiente de estas muertes, de ser ciertas, representarían un golpe profundo a la estructura militar iraní, y una provocación sin precedentes.
En respuesta, la Guardia Revolucionaria iraní prometió “una venganza dura y lamentable”, dejando claro que la respuesta será inmediata y probablemente contundente. El riesgo de una guerra abierta entre Israel e Irán —con implicaciones para todo el mundo islámico y potencias globales— no es ya una amenaza abstracta.
La ofensiva israelí no puede leerse de forma aislada. Responde a una lógica histórica de supremacía militar en la región, pero también al temor concreto de que Irán consolide capacidades nucleares. Cabe recordar que durante la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos se retiró del acuerdo nuclear con Irán y endureció las sanciones, en sintonía con los intereses israelíes. Sin embargo, incluso desde la lógica imperial estadounidense, algunos sectores del establishment consideran que las acciones unilaterales de Israel en la región son cada vez más disfuncionales y desestabilizadoras.
La ofensiva ocurre en un contexto de creciente aislamiento internacional de Israel, cuyo accionar en Gaza comienza a recibir críticas incluso desde Europa. Pero lejos de retroceder, el gobierno israelí responde con más fuego, desafiando los límites de su impunidad histórica. La expansión del conflicto hacia Irán podría arrastrar a otros actores regionales como Siria, Hezbollah en Líbano, e incluso potencias como Rusia o China, en un tablero de alianzas cruzadas que multiplica los riesgos.
Israel no sólo está llevando al límite la cuestión palestina: está empujando al mundo a una nueva guerra. La comunidad internacional deberá decidir si sigue actuando con tibieza o si finalmente enfrenta las consecuencias del expansionismo israelí.