Falta casi un año para la realización de una nueva cumbre anual del clima de las Naciones Unidas, conocida como Conferencia de las Partes (COP), que será en noviembre de 2024, pero como ya se avizoraba desde el momento mismo en que se confirmó la sede anfitriona, un pequeño país autocrático casi desconocido mundialmente denominado “Azerbaiyán” -prácticamente un Estado satélite de Turquía ubicado en el Cáucaso- desde el vamos se encamina hacia un nuevo papelón mundial y no sólo eso, sino que representa un grave retroceso en varios aspectos.
Por empezar, el presidente de ese territorio, Ilham Aliyev, es un autócrata que está en el poder hace más de veinte años, heredó el cargo de su padre y se prepara para una nueva reelección por otros siete años más a través de elecciones anticipadas que convocó para el 7 de febrero de este año, que son a todas luces una farsa y están denunciadas por la verdadera oposición del país, acallada y reprimida, que no participará de los comicios. Observadores y organismos internacionales comparten estas denuncias del carácter fraudulento de los sufragios que mantienen en el poder al pequeño dictador. No sólo eso, sino que los arrestos y hostigamiento a periodistas críticos del régimen, una práctica habitual, se han agravado en las últimas semanas, en las que se ha detenido bajo falsos cargos a distintos trabajadores y trabajadoras de prensa. Lo mismo sucede con jóvenes estudiantes y activistas.
El mandatario azerbaiyano designó como presidente de la COP29 a Muktar Babáyev, quien se desempeñó 24 años en la compañía petrolera estatal del país, llamada Socar. Como sucedió en la COP 28 de Emiratos Árabes el año pasado, nuevamente un país eminentemente petrolero se encarga de organizar un encuentro en el que presuntamente se debate cómo mejorar la preservación del medio ambiente, pero en realidad lo utiliza para realizar negocios con otros países para vender petróleo, uno de los mayores productos contaminantes del planeta. Además, como también sucedió en Dubai, lo preside un referente de la industria de los combustibles fósiles. De ecologismo mejor ni hablar.
Por si fuera poco, el comité organizador recientemente nombrado por el gobierno azerí está compuesto por 28 hombres y ninguna mujer. ¡Cien por ciento masculino! Ni siquiera Emiratos Árabes se animó a tanto. No es de extrañar de un carcamal con mentalidad troglodita como Aliyev, quien en 2020 finalizada la guerra que mantuvo con Armenia por la región de Artsaj (Nagorno Karabaj), inauguró en la capital azerbaiyana Bakú un “parque de trofeos de guerra”, una especie de sádico “museo del horror” al aire libre donde se exhibían armamentos y equipos blindados armenios secuestrados durante el conflicto, cascos de soldados armenios abatidos y muñecos de combatientes armenios con rasgos y poses a modo de burla; una verdadera abominación difícil de concebir y creer en pleno siglo XXI; destinado también a niños y niñas de Azerbaiyán. Pareciera tratarse de gobernantes medievales que pasan por alto siglos de civilización y llevan a la sociedad en el mismo camino retrógrado de fanatismo y xenofobia hasta los más bajos niveles de morbosidad, mal gusto y sadismo. Ahora, nuevamente saca a relucir su mentalidad que atrasa décadas y siglos. Una comisión organizadora de 28 personas, sin ninguna mujer.
Como corolario, y más grave de todo, Aliyex es un genocida y criminal de guerra. Durante el ataque de 2020 a Artsaj, cometió numerosos delitos como bombardeos a civiles, escuelas, hospitales e iglesias, la utilización de bombas de racimo, prohibidas por la ONU, empleo de mercenarios y terroristas, y finalmente, la consumación de una limpieza étnica en esa región históricamente armenia. Deberá rendir cuentas por todos estos crímenes.
¿Realmente la ONU avala a este régimen genocida concediéndole la organización de un encuentro internacional sobre el clima? Es una muestra más, quizás la peor, del esperpento en que se han convertido las cumbres climáticas de las Naciones Unidas.