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Cuba: la burocracia restauracionista lleva a la isla al colapso energético

Por Luis Brunetto / Prensa Obrera

Desde el viernes 18 de octubre Cuba, paradójicamente gobernada por el ingeniero eléctrico Miguel Díaz Canel, sufre un colapso en el funcionamiento de la red de energía eléctrica, un virtual apagón completo. El episodio se produjo como resultado de la salida del sistema de la central termoeléctrica Antonio Guiteras, la más importante de Cuba.


Distintas fuentes, incluso desde la isla, difieren en el alcance que ha tenido y tiene el apagón, pero todas coinciden en que se trata de la mayor interrupción del servicio eléctrico en décadas. Un antecedente de esta situación fueron los cortes de energía de la segunda mitad de julio de 2022, a pocos días de cumplirse el primer aniversario de las manifestaciones populares de 2021 y las que se produjeron en marzo de este año al grito de “¡Corriente y comida!”. Según lo que pudo reconstruir Prensa Obrera en base a distintas publicaciones y a fuentes de la isla, el alcance del apagón es casi completo pero mucho más desastroso en el oriente de la isla. La rápida degradación a tormenta tropical del Huracán Oscar, que tocó tierra el domingo a la tarde con categoría 1 en la provincia de Guantánamo según el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos, evitó que el colapso se agravara más aún.


El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, prometió el domingo en una conferencia de prensa terminar de restablecer el servicio el lunes por la noche en la mayor parte de la isla, aunque a la vez admitió que los cortes van a seguir porque “seguimos con la falta de combustible”. Hasta hoy la mitad de La Habana seguía sin servicio de energía eléctrica y, de hecho, al momento de escribir esta nota el ingreso a la principal publicación oficial (http://www.cubadebate.cu/) resulta imposible.


Aunque el bloqueo informativo es total, según las mismas fuentes se han producido protestas en La Habana y las más importantes ciudades, Santiago de Cuba, Camagüey, Holguín, Guantánamo y Santa Clara, como en varias ciudades y pueblos del resto de la isla. De no poder dar solución al problema en un cortísimo plazo, desde la isla afirman que las protestas pueden ir en aumento y producir una “crisis política” que pudiera tener como consecuencia, como mínimo, importantes recambios en el equipo burocrático que gobierna.


El colapso energético no tiene otra explicación que la del fracaso del proyecto restauracionista que la burocracia cubana ha intensificado. La política restauracionista de la burocracia cubana promueve la transformación de Cuba en un gran mercado turístico, rubro al que el Estado cubano ha dedicado en los últimos años el grueso de la inversión estatal, y al cual está asociada la burocracia, como intermediaria y socia menor de los capitales extranjeros atraídos por el negocio. En ese contexto, la desinversión por parte del Estado en áreas como la salud, la educación, la alimentación popular y la infraestructura energética ha sido la contracara de las cifras fabulosas que se han invertido en una actividad turística que, por otra parte, jamás ha alcanzado ni alcanzará las cifras de visitantes extranjeros que esperaba la burocracia.


En este contexto, es imprescindible que la clase trabajadora intervenga en el proceso de crisis del plan restauracionista para ofrecer una salida, apoyada en su organización independiente, para que los trabajadores asuman la dirección política del país.

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