(Foto: Paula Andrade)
Se están viviendo momentos de máxima tensión en Rusia a raíz de la sublevación armada protagonizada por el llamado Grupo Wagner, un batallón militar privado contratado por el gobierno ruso para combatir en Ucrania. Se especula con que su objetivo sería derrocar al gobierno del presidente Vladimir Putin, algo que fue negado por su jefe, Yevgeny Prigozhin, un acaudalado empresario enriquecido al amparo del calor del Estado ruso, con el que cerraba millonarios contratos por servicios de catering, por lo que se ganó el mote de “cocinero de Putin”. No es casual que el mandatario ruso calificara de “traición” y “puñalada por la espalda” esta movida destituyente; nace de un personaje que cobijó y patrocinó.
El Grupo Wagner surgió en 2014 durante el conflicto ruso-ucraniano por la península de Crimea, era entonces una organización secreta que operaba principalmente en África y Medio Oriente. Recién en los últimos años, fue blanqueado el liderazgo de Prigozhin. Se estima que contaría actualmente con 50 mil hombres entre sus filas, y suele ser caracterizado por la brutalidad de sus acciones.
Combatiendo junto a las fuerzas regulares de Rusia en las operaciones contra Ucrania, últimamente el líder de Wagner venía manteniendo una disputa con los mandos militares rusos, a los que culpó por las las bajas en sus tropas, acusando al ejército ruso de no equipar suficientemente a sus mercenarios o entorpecer sus acciones con trámites burocráticos. Ayer, directamente les atribuyó ordenar bombardeos contra las bases de su grupo paramilitar y matar a muchos de ellos.
En respuesta, Prigozhin se habría apoderado de varias instalaciones militares en la ciudad de Rostov del Don, al sudoeste, cerca de la frontera con Ucrania, e incluso afirmó que sus hombres habían derribado un helicóptero militar ruso, tras lo cual comenzó una avanzada que se dirigiría hacia Moscú, si bien los últimos informes indican que el Grupo Wagner habría detenido su marcha a la capital y su líder habría negociado con el gobierno ruso, con la mediación del presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko, su salida a Bielorrusia sin cargos en su contra.
El episodio es seguido con máxima atención en los más altos niveles mundiales y de acuerdo a su desenlace puede tener derivaciones políticas y militares importantes.
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