El miércoles 28 de agosto, las fuerzas israelíes lanzaron una de las incursiones militares más letales en Cisjordania en décadas. La operación dejó al menos 20 palestinos muertos, incluyendo niños y adolescentes. Israel justifica esta ofensiva como una acción contra combatientes de Hamas y la Jihad Islámica, aunque la destrucción generalizada de infraestructura y la expulsión forzada de poblaciones revelan un propósito más amplio: el desplazamiento sistemático de los palestinos.
La región de Cisjordania, ocupada por Israel desde 1967, alberga a más de medio millón de colonos judíos, mientras que la población palestina se encuentra cada vez más acorralada. En este contexto, la ONU ha advertido que la actual redada militar podría agravar una situación ya de por sí explosiva. A pesar de ello, la política de contención de la Autoridad Palestina ha evitado, hasta ahora, una escalada mayor.
Paralelamente, Israel ha intensificado sus bombardeos sobre Gaza y el Líbano. En Gaza, la masacre continúa a pesar de las treguas parciales para permitir la vacunación de niños contra la poliomelitis, una enfermedad que había sido erradicada, pero que ha resurgido debido a las condiciones deplorables en las que viven los palestinos bajo el bloqueo y los ataques israelíes.
El ministro de Exteriores de Israel, Israel Katz, ha sido claro en sus intenciones. En una publicación en X, afirmó que la amenaza iraní en Cisjordania debe ser abordada de la misma manera que en Gaza, sugiriendo la evacuación forzosa de palestinos y cualquier medida necesaria. Esta postura coincide con el objetivo de largo plazo de Israel de anexar tanto Gaza como Cisjordania, expulsando a los palestinos hacia Jordania, donde ya hay una gran población palestina refugiada.
La expansión de los asentamientos israelíes en Cisjordania ha sido acompañada por una creciente violencia de los colonos contra los palestinos. Según la organización israelí B'Tselem, en los últimos 10 meses, más de 1.270 ataques de colonos han sido documentados, obligando a los palestinos a abandonar sus tierras. A pesar de esto, el gobierno de Netanyahu sigue legalizando nuevos asentamientos y destinando fondos estatales para su expansión, en lo que algunos observadores han calificado como una limpieza étnica sistemática.
El apoyo internacional a Israel, especialmente de Estados Unidos, ha sido fundamental para mantener esta política de expansión. Washington ha aumentado el envío de armas y la ayuda militar a Israel, mientras que los estados árabes, como Jordania y Egipto, han mostrado complicidad al no oponerse a las acciones israelíes.
En medio de esta crisis, la solidaridad con el pueblo palestino se ha manifestado en diversas partes del mundo.
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