Las elecciones del domingo pasado en Venezuela han profundizado la grave crisis del país. Las acusaciones de fraude, los enfrentamientos en las calles, la represión y la muerte de al menos 16 personas son muestras de que los comicios, surgidos de un acuerdo entre el gobierno de Nicolás Maduro, la oposición derechista de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) y el gobierno de Estados Unidos, lejos de calmar la situación, la han empeorado.
La disputa por los resultados electorales muestra que esos acuerdos políticos se han roto. La proclamación de Maduro como ganador es tan dudosa como los porcentajes que se adjudica la oposición. Ninguno de los bandos ha presentado todas las actas necesarias para acreditar un resultado. Maduro insiste en proclamarse vencedor y busca exponer la debilidad de la oposición, ofreciendo gobernabilidad. La oposición, por su parte, necesita movilizarse para evitar que las potencias extranjeras acepten la victoria.
El resultado electoral fue anunciado unas siete horas después del cierre de los comicios, debido a lo que el oficialismo denunció como un intento masivo de hackeo informático atribuido al “imperio”.
En las calles de Caracas, bandas parapoliciales y fuerzas de seguridad reprimen a la población, con un saldo de, hasta ahora, 16 manifestantes muertos y más de 750 detenidos. El diputado Freddy Superlano, Coordinador Político Nacional del partido opositor Voluntad Popular, fue secuestrado en la puerta de su hogar por grupos paramilitares.
La oposición de la MUD, que agrupa a la derecha oligárquica, ha intentado sin éxito golpes de Estado desde 2002. Su principal figura, María Corina Machado, ha llegado a solicitar una invasión militar estadounidense. Aunque defienden las elecciones democráticas, omiten su respaldo a las sanciones económicas que han agravado la situación del país. Parte de la izquierda, que apoyó al chavismo en sus primeros años, ahora respalda a esta derecha en nombre de la democracia.
El resultado no ha sido reconocido internacionalmente, salvo por los gobiernos de Bolivia, México, Cuba, Nicaragua, Honduras, China, Siria e Irán. La mayoría de los Estados del mundo quedaron a la espera de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) difunda las actas de los comicios para verificar la veracidad de los resultados. En esa línea se encuentran, entre otros, Estados Unidos, Francia, España, Portugal, Alemania, Brasil, Colombia y el Reino Unido.
Hasta hoy, la web de la CNE continúa caída y los únicos datos oficiales son los informados en una conferencia de prensa de la noche del domingo, sin posibilidad de revisarlos.