Europa profundiza su sometimiento a Estados Unidos

La Unión Europea ha aceptado la imposición de aranceles del 15 por ciento por parte de Estados Unidos, en lo que representa una nueva muestra de subordinación política y económica, cediendo sin condiciones frente a una medida que perjudica directamente a sectores clave de su economía, como la industria automotriz, la agricultura y la tecnología.

Estos aranceles, presentados por Estados Unidos como una respuesta a supuestos desequilibrios comerciales, son en realidad una maniobra para proteger sus mercados en un contexto de pérdida de competitividad global. Que Europa acepte estas condiciones sin negociar, confirma una tendencia: la UE ha renunciado a actuar como actor soberano, tanto en lo económico como en lo político y militar.

La dependencia de la OTAN —y, por tanto, de Estados Unidos— en materia de defensa, junto al alineamiento automático con la política exterior norteamericana reflejan una UE sin voz propia en el escenario global.

Mientras tanto, el descontento crece. En distintos países europeos se fortalecen los cuestionamientos a una UE que parece defender más los intereses de Washington y de las corporaciones multinacionales que los de sus propios pueblos. La aceptación de estos aranceles refuerza esa percepción: Europa no defiende a sus ciudadanos, sino que actúa como engranaje de un sistema global dominado por el capital transnacional.

A pesar de las actitudes hostiles de Donald Trump, en contraposición con la anterior administración de Joe Biden del Partido Demócrata, incluyendo la imposición de aranceles al acero y aluminio europeo, su insistencia en que Europa “se arregle sola” en materia de defensa, el desprecio abierto hacia la OTAN, y su retórica constante de que la UE es “peor que China” en términos comerciales, Bruselas no solo no tomó distancia, sino que continuó subordinando su política exterior y económica a los dictados de Washington. Ni siquiera este desprecio explícito de Trump logró que la UE trazara un rumbo autónomo.