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Hay que imponer un bloqueo internacional para detener al régimen sionista

Por Sergio Meneses / Nueva Revolución

Este 19 de mayo, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, anunció una escalada sin precedentes en la Franja de Gaza, declarando que Israel ‘tomará toda Gaza’ en lo que describe como una decisión ‘difícil pero necesaria’ para lograr la ‘victoria final’. Estas palabras no solo intensifican la masacre del pueblo palestino, sino que despiertan temores fundados de que el mundo está siendo testigo de una nueva fase del genocidio. La comunidad internacional no puede seguir mirando hacia otro lado: es imperativo imponer un bloqueo inmediato al régimen de ocupación israelí para poner fin a este baño de sangre.


Las declaraciones de Netanyahu llegan en un contexto de extrema devastación en Gaza. Desde el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, que dejó 1.200 muertos y 251 rehenes, la respuesta militar de Israel ha sido brutal. Más de 52.000 palestinos han sido asesinados, incluyendo miles de niños, y cerca de 120.000 han resultado heridos, según el Ministerio de Salud de Gaza. La Franja, hogar de 2.3 millones de personas, ha sido reducida a escombros, con un bloqueo total de ayuda humanitaria desde marzo de 2025 que ha llevado a la población al borde de la hambruna.


Netanyahu ha justificado su plan de ‘tomar toda Gaza’ como una estrategia para derrotar a Hamás y liberar a los 58 rehenes restantes, de los cuales se cree que 23 están vivos. Sin embargo, su retórica pone en entredicho estas prioridades. En recientes declaraciones, el primer ministro ha descrito la derrota de Hamás como el ‘objetivo supremo’, relegando la liberación de los rehenes a un segundo plano, lo que ha generado indignación entre las familias de los cautivos y amplios sectores de la sociedad israelí.


El plan anunciado incluye la ocupación militar permanente de Gaza, el desplazamiento forzado de la población palestina hacia el sur y la creación de un mecanismo para la ‘salida voluntaria’ de civiles, una medida que organizaciones humanitarias han condenado como un eufemismo para la limpieza étnica. El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, aliado ultranacionalista de Netanyahu, ha declarado abiertamente que en seis meses Gaza estará ‘totalmente destruida’ y que los palestinos ‘buscarán reubicarse’ desesperados.


Un genocidio documentado ante los ojos del mundo


El mundo está presenciando una masacre en tiempo real. Los bombardeos israelíes han matado a más de 2.500 palestinos desde el 18 de marzo, y las imágenes de niños mutilados, familias enteras sepultadas bajo los escombros y hospitales colapsados han inundado las redes sociales y los medios internacionales. La ONU ha advertido que el bloqueo humanitario constituye un ‘castigo colectivo cruel’ que viola el derecho internacional, mientras que organizaciones como el Consejo Noruego para Refugiados han denunciado que los planes de Israel para controlar la ayuda humanitaria buscan ‘militarizar, manipular y politizar’ la asistencia, forzando a los civiles a desplazarse para sobrevivir.


El lenguaje de los líderes israelíes, particularmente de los ultranacionalistas que sostienen la coalición de Netanyahu, no deja lugar a dudas sobre sus intenciones. La propuesta de ‘reasentamiento’ de los palestinos, respaldada por Netanyahu y vinculada a un plan del presidente estadounidense Donald Trump para convertir Gaza en una ‘Riviera del Medio Oriente’, implica la expulsión masiva de la población palestina, un acto que violaría flagrantemente el derecho internacional y evocaría las peores tragedias del siglo XX.


La complicidad del silencio y la urgencia de actuar


La comunidad internacional ha emitido condenas, pero las palabras no han sido suficientes. Mientras Netanyahu anuncia la conquista de Gaza, líderes mundiales se reúnen en cumbres que carecen de la contundencia necesaria para frenar la maquinaria de guerra israelí, respaldada por el apoyo incondicional de Estados Unidos y la tibieza de otras potencias.


No hay excusas para la inacción. La Corte Penal Internacional ya ha emitido una orden de arresto contra Netanyahu, lo que limita su movilidad internacional, pero esto no detiene los bombardeos ni las políticas de desplazamiento forzado. Es hora de imponer un bloqueo económico, político y militar al régimen de ocupación israelí. Sanciones internacionales, un embargo de armas y la suspensión de relaciones diplomáticas con Israel son medidas urgentes para presionar al gobierno de Netanyahu y obligarlo a cesar esta masacre.


El pueblo palestino no puede esperar más. Cada día que pasa, más vidas se pierden, más hogares son destruidos y más esperanzas se desvanecen. Las declaraciones de Netanyahu no son solo una amenaza militar; son una declaración de intenciones que pone en peligro la existencia misma de los palestinos en Gaza. La comunidad internacional, las organizaciones de derechos humanos y los ciudadanos de todo el mundo deben alzar la voz y actuar con determinación. No basta con condenar; hay que tomar medidas tangibles. Es hora de decir «basta» y poner fin a este baño de sangre.

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