Por Amy Goodman - Denis Moynihan / Democracy Now
Israel está utilizando el hambre como arma de guerra al imponer una hambruna sobre los más de dos millones de palestinos que están atrapados en Gaza, un millón de los cuales son niños y niñas. Un total de 27 menores ya han muerto de inanición desde que el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, declaró el 9 de octubre de 2023: “No habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible; todo está cerrado. […] Estamos luchando contra animales humanos”.
El 1 de abril de este año, Israel llevó a cabo un ataque con misiles contra un convoy humanitario de la organización benéfica World Central Kitchen mientras este se trasladaba en una ruta de Gaza que había sido designada previamente como “zona libre de conflicto”. Los ataques causaron la muerte de siete de los trabajadores de la organización, que en ese momento estaban coordinando la entrega de cientos de toneladas de alimentos.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo en un mensaje transmitido por video: “Por desgracia, el día de ayer ocurrió un incidente trágico en el que nuestras fuerzas armadas atacaron involuntariamente a personas inocentes en la Franja de Gaza. […] Estas cosas suceden en tiempos de guerra”.
Sin embargo, el fundador de World Central Kitchen, el chef de renombre mundial José Andrés, quien ha trabajado en numerosas zonas de conflicto, dio una versión distinta de lo sucedido y afirmó que el ataque ocurrió a pesar de que el convoy humanitario había coordinado previamente sus movimientos con el Ejército israelí. Andrés dijo a la agencia de noticias Reuters: “[El convoy] fue atacado de manera sistemática, coche por coche […]; nos atacaron deliberadamente y sin tregua hasta que todos los miembros del convoy murieron”.
El periódico israelí Haaretz publicó una cronología del ataque, en la que se describe que hubo al menos tres impactos de misil sucesivos. Según el periódico, tras el primer ataque contra el convoy “se vio cómo algunos de los pasajeros salían del automóvil impactado y se subían a un segundo vehículo […], el cual, segundos más tarde, también es impactado por un misil”. El periódico continúa así el relato de los acontecimientos: “[…] Un tercer vehículo del convoy, que se había acercado para recoger a las personas heridas que habían sobrevivido al segundo ataque y ponerlas a salvo, también fue alcanzado por un tercer misil”.
Los trabajadores de World Central Kitchen que perdieron la vida en el ataque son: Saifeddin Issam Ayad Abutaha, un joven palestino de 25 años; Zomi Frankcom, una ciudadana australiana de 43 años; Damian Soból, un ciudadano polaco de 35 años; Jacob Flickinger, un hombre de 33 años con doble ciudadanía estadounidense y canadiense; y tres veteranos de guerra británicos que integraban el personal de seguridad de la organización: John Chapman, de 57 años, James Henderson, de 33, y James Kirby, de 47.
Por supuesto, estos no son los únicos trabajadores humanitarios que han muerto en Gaza desde el 7 de octubre. El coordinador humanitario de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, Jamie McGoldrick, declaró: “Al 20 de marzo, al menos 196 trabajadores humanitarios han muerto en los Territorios Palestinos Ocupados desde [que comenzó la actual ofensiva israelí en] octubre de 2023. Esta cifra casi triplica el número de fallecimientos que se suelen registrar durante un año en cualquier conflicto del mundo. […] No queda ningún lugar seguro en Gaza”.
La gran mayoría de esas personas fallecidas eran palestinos que trabajaban para la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, la principal agencia de ayuda humanitaria de la ONU en Gaza. La revista +972 informó esta semana que el Ejército israelí ha estado empleando programas de inteligencia artificial, uno de ellos conocido como “Lavender” y el otro como “¿Dónde está papá?”, para definir los objetivos a matar y “atacar sistemáticamente a esas personas cuando estaban en sus hogares, generalmente durante la noche y en presencia de toda su familia”. De este modo, familias enteras son exterminadas.
Durante la conversación con Reuters, el chef José Andrés criticó el envió de armas estadounidenses a Israel: “[…] las armas suministradas por Estados Unidos no son para proteger a Israel de ataques con misiles, son armas que, simplemente, están matando a civiles. […] Creo que la mejor y única manera de avanzar es tener la esperanza de un acuerdo de paz que al menos permita a las partes comenzar a dialogar. No pueden seguir bombardeando a cada persona que se mueva dentro de Gaza, no pueden seguir matando a niños y niñas. Y, si no matan a estas personas con las bombas, las condenan a morir de hambre por la escasez de alimentos”.
Neve Gordon, un ciudadano israelí de tercera generación, es profesor de derecho internacional en la Universidad Queen Mary de Londres y vicepresidente de la Sociedad Británica de Estudios sobre Medio Oriente. En un ensayo que publicó recientemente en la revista The New York Review of Books, titulado “The road to famine in Gaza” (El camino hacia la hambruna en Gaza), Gordon escribió: “Como la mayoría de las hambrunas, también esta es producto de una historia más larga. Desde 1967, año en el que Israel ocupó por primera vez la Franja de Gaza, ese país ha controlado la canasta de alimentos de sus habitantes, ha manipulado su ingesta nutricional y ha utilizado los alimentos como arma para ejercer control sobre la población. Durante décadas, Israel ha dañado de manera sistemática la capacidad de la Franja para producir sus propios alimentos y ha restringido su acceso al agua potable y a alimentos nutritivos. Para comprender el sentido cabal de la hambruna que se está desarrollando actualmente en Gaza, es fundamental conocer estas políticas de largo plazo”.
World Central Kitchen ha suspendido sus tareas de ayuda humanitaria en Gaza, donde la hambruna impuesta por Israel se está agravando. En la emotiva entrevista que mantuvo con Reuters, el chef Andrés agregó: “Parece que esto ya no es una guerra contra el terrorismo. Parece que es una guerra contra la propia humanidad. No se puede destruir todos los edificios. No se puede destruir todos los hospitales y escuelas. No se puede atacar a trabajadores humanitarios. No se puede atacar a niños y niñas. No pueden combatir la base de lo que la humanidad debería proteger”.
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