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Las elecciones suizas confirman el avance de la ultraderecha y el retroceso de los verdes

Por Angelo Nero / Nueva Revolución


(Foto: Jean-Christophe Bott / Keystone)


Este pasado domingo, 22 de octubre, mientras cientos de miles de personas salían a las calles de todo el mundo, a manifestarse para denunciar el genocidio palestino en Gaza, un genocidio anunciado y bendecido por ese mundo occidental -Estados Unidos y sus satélites europeos- que tanto gustan invocar los derechos humanos y la democracia, cuando son sus intereses, sobretodo económicos, los que están en juego, y que miran hacia otro lado cuando se aplastan los derechos, y las vidas, de los palestinos, saharauis, armenios o tigriños, mientras salíamos a las calles, decía, como hicimos la semana pasada, y haremos la siguiente, la ultraderecha volvía a alzarse con la victoria en otro país de la vieja Europa.


Este domingo de movilizaciones a favor de la causa palestina, se celebraban elecciones federales en la neutral Suiza -a pesar de que, como señala Jean Ziegler en “El oro nazi”, fueron los bancos suizos quienes financiaron las guerras de conquista de Hitler– donde se renovaban las cámaras de Asamblea Federal, eligiendo los 200 escaños del Consejo Nacional y los 46 del Consejo de los Estados, que se llevan a cabo utilizando el sistema de listas abiertas (conocido como panachage), y en el que ha participado poco menos del 46% de los electores. Otra vez, se ha impuesto la abstención, un fenómeno que empieza a generalizarse en una población cada vez más hastiada de su clase política, como recientemente hemos visto en Grecia.


La primera fuerza política en la preferencia de los votantes suizos ha sido el ultraderechista -algunos prefieren llamarle derecha populista- Partido Popular Suizo o Unión Democrática de Centro (SVP/UDC), liderado por Marco Chiesa, alcanzando el 28,5% de los votos, que recupera una parte del electorado -entonces perdieron 12 escaños- que lo había abandonado en el debate sobre la lucha contra el cambio climático, con el que ganaron apoyo los Verdes.


Esta campaña se ha realizado en medio de una crisis migratoria, que ha favorecido su postura contra la política de asilo, y también han agitado el temor a terrorismo islámico, tras la convulsión en Oriente Medio con la crisis de Gaza. Esto se ha traducido, para la formación xenófoba, en 62 escaños, 9 más de los logrados en los anteriores comicios. Aunque el SVP/UDC es la fuerza más votada en Suiza desde 1995, sus mensajes contra la inmigración, contra la dictadura del género y el movimiento woke, lo han llevado a acercarse a la barrera del 30%, algo que ninguna formación política ha superado en Suiza hasta ahora, aunque en 2015 los ultraderechistas se quedaron a solo seis décimas de lograrlo, también en medio de una crisis migratoria.


Como segunda fuerza política se mantiene el Partido Socialista Suizo (SP), formación a la que pertenece el actual presidente de la Confederación, Alain Berset, que asumió el cargo el primero de enero de 2023, tras diez años en el gobierno. El SP, codirigido por Cédric Wermuth y Mattea Meyer, al llegado casi al 18%, diez puntos por debajo de la ultraderecha, a pesar de haber mejorado ligeramente sus resultados, gana dos diputados y se queda con 42.


En tercer lugar se sitúa Die Mitte (El Centro), una formación demócrata cristiana -asociada al Partido Popular Europeo-, liderada por Gerhard Pfister, que consigue un 14,5% de los votos, y 29 escaños en el Consejo Nacional, uno más de los que tenía. Otra formación conservadora, el Partido Liberal Radical de Thierry Burkart, optiene un porcentaje similar, un 14,3%, lo que se traduce en 28 escaños, uno menos que en los anteriores comicios.


Pero, sin duda, los grandes derrotados de estas elecciones son los verdes, Die Grünen/Les Verts, de Balthasar Glättli, que han bajado desde un 13,5% a un 9,%, y si en 2019 sumaron 17 escaños más, convirtiéndose en una fuerza emergente que parecía sólo dispuesta a crecer, ahora han bajado 5, quedándose en 23. También baja el Grünliberale Partei, el Partido Verde Liberal que lidera Jürg Grossen, situado más a la derecha, que pierde seis escaños, hasta quedarse con diez, lo que confirma que, para los suizos, la preocupación por el medio ambiente no es tan importante como la cuestión migratoria.


El Consejo Nacional se completa con los 2 diputados del Evangelische Volksparte, el Partido Evangélico Suizo (EVP/PEV), una formación democrata cristiana de tendencia protestante, los dos escaños conseguidos por una escisión del EVP/PEV, la Unión Democrática Federal de Suiza (EDU/UDF) de ideología fundamentalista protestante; también el conservador Mouvement Citoyens Genevois (MCG) logra dos escaños, y la derechista Lega dei Ticinesi consigue un diputado. Por la contra, pierde los dos escaños que tenía el troskista SolidaritéS, miembro de la Izquierda Anticapitalista Europea.


A pesar de la renovación del parlamento suizo, esto no supone un cambio de ejecutivo, ya que este sigue un reparto entre los principales partidos, que está en vigor desde 1959, y que solo sufrió una modificación en 2003, precisamente para darle más participación a la ultraderecha, tras su notable crecimiento electoral. El Consejo Federal, compuesto por siete miembros, y que tiene el poder ejecutivo, se reparte así entre la ultraderecha, los socialistas, los liberales y los democratacristianos), gracias a la Zauberformel, la fórmula mágica, que mantiene un equilibrio de poder, del que están excluidos los verdes.

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