Por El Be /Política Obrera
Las elecciones presidenciales en Taiwán, la isla secesionista situada a 180 kilómetros de las costas de China continental, dio por vencedor este sábado al candidato del Partido Progresista Democrático (PPD), Lai Ching-te, con el 40 % de los votos. Su inmediato perseguidor, Hou Yu-ih, del Kuomintang (KMT), obtuvo el 33 %. El PPD es conocido como el partido independentista, en tanto que el KMT se identifica, de la boca para afuera, con la tradición nacionalista. El triunfo independentista acentúa el conflicto con la República Popular China, que reivindica la soberanía sobre ese territorio. Lai es actual vicepresidente de Taiwán.
El candidato del PPD fue calificado recientemente como un peligroso “separatista” por el gobierno chino. Lai, por su parte, acusó a Beijing de interferir las elecciones de la isla. Luego de los comicios, China aseguró que el triunfo de Lai “no obstaculizará la inevitable tendencia a la reunificación” del país. Para Beijing el resultado electoral reflejó que el PPD “no representa la opinión pública mayoritaria”, señalando que el PPD perdió su mayoría parlamentaria y Lai obtuvo una votación inferior, por más de 17 puntos porcentuales, a la que obtuvo su predecesora en 2020. El de Lai será el primer gobierno minoritario. Algunos analistas consideran que “Beijing podría presionar a Lai mediante restricciones comerciales sobre productos taiwaneses, cazando furtivamente a uno de los pocos aliados diplomáticos que le quedan a Taiwán o mediante ejercicios militares. China estudiará lo que diga cuando asuma la presidencia en mayo” (NYT, 13/01).
Antes de las elecciones, en editoriales y comentarios oficiales, los funcionarios chinos calificaron a Lai como un “destructor de la paz a través del Estrecho” y potencialmente el “creador de una guerra peligrosa”. Para el New York Times (12/01), “Lai no es el agitador imprudente que Beijing ha descrito”. El compañero de fórmula de Lai, el ahora vicepresidente electo Hsiao Bi-khim, es el exrepresentante de Taiwán en Estados Unidos y mantiene estrechos lazos con Washington. Por su parte, Lai realizó en agosto una escala en Nueva York y San Francisco en camino a Paraguay, lo cual fue criticado por Beijing. China ya ha suspendido concesiones arancelarias a 12 productos taiwaneses. “Los 12 artículos restringidos representan una pequeña proporción de las exportaciones totales de Taiwán a China. Pero las cosas podrían empeorar” (The Economist, 10/01). La penetración del capital con sede en Taiwán en China es considerable y en algunos casos estratégica, en función de que servirá como una vía ‘pacífica’ para reanexar la Isla al continente, como ha ocurrido con Hong Kong y Macao.
Pero China ha sido descripta oficialmente por Estados Unidos como “un adversario estratégico”. El año pasado, el Congreso norteamericano “autorizó hasta mil millones de dólares en ayuda armamentística a Taiwán en el marco de la Autoridad de Reducción Presidencial, y el Departamento de Estado aprobó una venta de 500 millones de dólares en sistemas de búsqueda y seguimiento para aviones de combate F-16” (The Washington Post, 10/01). Ese objetivo estratégico consiste en el asedio y la guerra contra la República Popular.
Aunque el presidente norteamericano Joe Biden reiteró la línea habitual de Estados Unidos de que “no apoyamos la independencia”, trascendió que enviará una delegación a Taipei para la toma de posesión. “Enviar una delegación de este tipo inmediatamente después de una elección presidencial es inusual y probablemente enojará a Beijing” (FT, 10/01). El año pasado, además, “la administración Biden anunció 345 millones de dólares en ayuda militar para Taiwán, con armas extraídas de los arsenales estadounidenses. Los proyectos de ley en el Congreso también estrecharían los vínculos económicos con Taiwán, flexibilizarían la política fiscal y sentarían las bases para sanciones económicas contra China. Estados Unidos podría aumentar la colaboración en materia de ciberseguridad, fortaleciendo las redes de comunicación hasta un punto que desdibuja la línea con (o prepara) el intercambio de inteligencia. Podría intentar colocar equipo logístico militar en la isla, una estrategia que el Pentágono está introduciendo en toda la región” (FT, 10/01). El diario agrega que “también es un secreto a voces que los asesores militares estadounidenses, en su mayoría oficiales retirados, tienen una presencia cada vez mayor en Taiwán. Algunos funcionarios taiwaneses los llaman 'profesores de inglés'. Bajo el gobierno de Lai, muchos más podrían estar en camino. Beijing ha estado haciendo la vista gorda, por lo que la pregunta es: ¿qué tamaño de esa presencia cruzará el Rubicón?”, se pregunta el New York Times (13/01).
Algunos analistas aseguran que “la victoria de Lai obliga a Xi a enfrentar una falta de progreso [en la política de anexión de Taiwán]” (NYT, ídem). El Ejército Popular de Liberación ha aumentado durante el último año las incursiones militares cerca de la isla. Desde diciembre, China envió al espacio aéreo de Taiwán al menos 31 globos de gran altitud, similares al descubierto y derribado sobre Estados Unidos el año pasado.
Taiwán se encuentra en el epicentro de la guerra comercial entre China y Estados Unidos. La isla produce más del 60 % de los semiconductores del mundo y más del 90 % de los más avanzados. En busca de impedir que China obtenga chips avanzados, Estados Unidos aprobó la Ley chips y Ciencia en agosto de 2022. En octubre de ese año también prohibió la exportación de chips avanzados y equipos de fabricación de chips a China. “A medida que Beijing se queda sin opciones, influir en las elecciones taiwanesas se ha vuelto mucho más importante”, señaló el Financial Times.