El 14 de febrero pasado más de 200 millones de personas participaron en Indonesia de la elección a presidente, que ganó Prabowo Subianto, un ex militar, obteniendo más del sesenta por ciento de los votos. También se eligieron representantes parlamentarios.
Este contundente triunfo, tras tres derrotas anteriores, marca un hito en la carrera política de Prabowo, quien tiene un historial controvertido como ex yerno del dictador Haji Mohammad Suharto, máximo líder del país desde 1967 hasta 1998, y con acusaciones de violaciones a los derechos humanos durante su mandato como comandante del ejército.
Varios factores han contribuido a su victoria. En primer lugar, la habilidad de Prabowo para reinventar su imagen en las semanas previas a las elecciones, presentándose como un líder cercano a la juventud a través de las redes sociales, contrarrestando su oscuro pasado. Gran parte del electorado más joven parece haber pasado por alto las acusaciones en su contra.
En segundo lugar, el respaldo no oficial del presidente en funciones, Joko Widodo. Aunque no expresó públicamente su apoyo, se hizo evidente al presentar a su hijo mayor como candidato a vicepresidente en la fórmula de Prabowo. La popularidad del mandatario fue un factor crucial para allanar el camino, tomándose como una continuidad de sus políticas populistas.
La élite política y empresarial buscará acomodarse al nuevo escenario y asegurarse un lugar. Probablemente Jokowi aprovechará su alianza para seguir manteniendo un papel importante en el futuro, mientras que la oligarquía local y cargos institucionales buscarán hacerse con puestos y prebendas ventajosas para sus intereses.
El presidente electo enfrentará demandas internas urgentes de la población, incluida la accesibilidad a servicios básicos, oportunidades de empleo y la mejora de la salud y la educación.
En cuanto a la política exterior, se espera que Indonesia juegue un papel crucial en el Indo Pacífico, manteniendo relaciones tanto con China como con Estados Unidos y sus aliados occidentales, sin abandonar su postura de no alineamiento.
A pesar de las expectativas de continuidad, existen incógnitas sobre el futuro democrático de Indonesia, dada la historia de Prabowo y su posible inclinación hacia un gobierno autoritario. No obstante, no conviene olvidar que además de su pasado de abusos contra los derechos humanos, Prabowo es inteligente, buen estratega y a menudo pragmático, como lo demuestra su alianza con Jokowi.