Por Angelo Nero / Nueva Revolución
El pasado sábado, 30 de septiembre, cuatro millones y medio de eslovacos estaban llamados a las urnas, para marcar el rumbo político de este país, miembro de la Unión Europea y de la OTAN desde 2004, tras atravesar un periodo de inestabilidad que derivó en la moción de censura al gobierno conservador de Eduard Heger, en diciembre de 2022.
Burlándose una vez más de los sondeos, que daban una ventaja para el socioliberal y pro-europeo Progresívne Slovensko (Eslovaquia Progresista), liderado por el periodista Michal Šimečka, a pesar de que en 2020 no había conseguido ningún escaño en el parlamento eslovaco, no fue este partido el vencedor de estos comicios, pese a conseguir el segundo grupo con más escaños, 32, con casi un 18% de los votos. La gran sorpresa la ha dado Robert Fico, de la formación socialdemócrata Smer-Sociálna Demokracia (SMER-SD), que ha ganado con un 23% de porcentaje, y obteniendo 42 escaños, 4 más de los que tuvo en 2020, con una crítica abierta al apoyo militar y económico a Ucrania, que le ha valido para aparecer en todos los medios como pro-ruso.
Robert Fico, que ya fue primer ministro en dos periodos, entre los años 2006 y 2010, y entre 2012 y 2018, ha declarado que «No me gusta que la UE no tenga opinión propia en algunas cosas y que está controlada por Estados Unidos», y se ha declarado también crítico con las sanciones económicas a Rusia, pese a que ha querido tranquilizar a sus socios diciendo que «La orientación de la política exterior de Eslovaquia no cambiará. Estamos en la Unión Europea (UE).» Fico no ha escatimado críticas a Ucrania, «Todos sabemos, que Ucrania es uno de los países más corruptos del mundo y que el actual régimen de gobierno está lejos de alcanzar los estándares democráticos». Otro factor que alimenta la polémica del ganador de estas elecciones es su política migratoria.
Eslovaquia es el país de la UE donde su población es más crítica con la OTAN, y en una reciente encuesta un 34% de los entrevistados responsabilizaban a esta de la guerra, frente a un 40% que culpabilizaban a Rusia. En lo que si hay una amplia mayoría, que sube al 69%, es en el rechazo a seguir ayudando militarmente a Ucrania.
En tercer lugar, en estos comicios, ha quedado otra formación socialdemócrata Hlas – sociálna demokracia (HLAS-SD), cuyo líder, Peter Pellegrini, también fue primer ministro entre 2018 y 2020, entonces en las filas del SMER-SD, del que salió cuando dejó ese cargo, para fundar junto con otros disidentes este nuevo partido, con el que ha logrado un porcentaje de voto del 14%. Sus 27 escaños serán determinantes para la formación y estabilidad del nuevo gobierno, sea quien sea el que lo dirija.
Lo que no cabe duda es que el gran perdedor de estas elecciones ha sido la formación conservadora Obyčajní Ľudia a nezávislé osobnosti (OľaNO), liderada por el también ex-primer ministro, entre 2020 y 2021, y actual ministro de finanzas, Igor Matovič, ganador de las anteriores elecciones parlamentarias, que pierde 49 diputados y se queda solo con 16 escaños, pasando de un 25% de voto a no llegar al 9%.
Vuelve al parlamento, después de siete años el democratacristina Kresťanskodemokratické hnutie (KDH), con 12 diputados y un 6,3% de los votos. El liberal Sloboda a Solidarita (SaS) pierde 2 escaños, quedando con 11, y el también conservador Slovenská Národná Strana (SNS), que en 2020 no obtuvo representación, regresa al parlamento con 10 escaños.
Ahora habrá que esperar a ver las alianzas que tejen los partidos para formar gobierno, pero no hay duda de que Robert Fico, que comenzó su carrera política en el Partido Comunista Checoslovaco (KSČ) en 1986, y continuó en el Partido de la Izquierda Democrática (SDL), en 1990, es el ganador de estas elecciones y, como tal, el candidato con más posibilidades de convertirse en el próximo primer ministro eslovaco, algo que en la UE parece abrir una brecha en su guerra económica y militar contra Rusia.
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