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Reforma judicial en Israel: el gobierno sionista de Netanyahu va por todo



(Foto: AFP)


A pesar de las constantes e inéditas protestas masivas que se vienen sucediendo desde hace varias semanas en Israel contra la polémica reforma judicial que procura implementar el oficialismo, el primer ministro de ese país, Benjamin Netanyahu, no da el brazo a torcer y se muestra decidido a avanzar en esa transformación, lo que le garantizaría al gobierno sionista que encabeza prácticamente hacer lo que quiere sin contrapeso de poderes.


El primer paso ya se dio este lunes, cuando el parlamento israelí aprobó la primera de las normas, que impide al Tribunal Supremo de Justicia anular proyectos del gobierno que considere “irrazonables”. La medida fue sancionada con el voto exclusivo de la coalición oficialista, integrada por el Partido Likud, el Partido Sionista Religioso, Poder Judío, Noam y fuerzas ultraortodoxas, mientras toda la oposición abandonaba el recinto a los gritos.


La reforma, con la que el oficialismo aspira también a modificar a su favor la composición del órgano que elige a los magistrados, rompe los contrapesos institucionales y abre paso a un gobierno despótico de Netanyahu, quien da vuelta las cosas y argumenta que es “necesaria para la democracia”.


La intención del oficialismo ha levantado una gran resistencia en todos los sectores de la población, ha provocado un paro general de los sindicatos en marzo, lo que entonces forzó la suspensión de la iniciativa, pronunciamientos de comerciantes, empresas tecnológicas y medios de comunicación. El nivel que ha alcanzado el rechazo se revela en que miles de reservistas de las fuerzas armadas preparan su renuncia en disconformidad con la reforma. Incluso el gobierno de Estados Unidos, principal aliado de Israel, “lamentó” la aprobación de la norma y reiteró el llamado a consensos políticos. El jefe del Estado Mayor del Ejército de Israel, Herzi Alevi, admitió “grietas peligrosas” en la fuerza.


Desde la oposición se presentó un recurso ante el Tribunal Supremo para que invalide la decisión del parlamento, y hay otras numerosas presentaciones similares. Si el máximo órgano judicial se pronuncia en contra de la resolución de la cámara, agravaría aún más este choque de poderes.


Si bien se observa una indignación generalizada que atraviesa a todos los niveles de la ciudadanía israelí, la dirección de las revueltas se ha canalizado principalmente por parte de la oposición conservadora y también sionista, cómplice de la política de Estado de ocupación y masacre a palestinos.


De cualquier forma, se observa una crisis política que escala, divide a los poderes del Estado, a la burguesía israelí y provoca fisuras en las fuerzas armadas.


Washington sigue el tema con atención; una grave crisis o el debilitamiento de su socio y gendarme en la región es un gran peligro para sus intereses.


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