(Foto: Mikhail Voskresensky / Sputnik)
Si bien en Siria se observaba un período de relativa calma en los últimos meses, algo inusual desde que estalló la guerra civil en 2011; últimamente ha comenzado a subir la temperatura y el conflicto pareciera estar fragmentándose. Se han desatado combates en el noreste del país entre las fuerzas kurdas que controlan esa región y tribus árabes que se les han sublevado en la localidad de Deir ez-Zor. A su vez, se vienen produciendo sucesivas manifestaciones contra el régimen del presidente Bashar al Asad en zonas bajo su dominio, especialmente en la ciudad de Suwayda; en Idlib, las fuerzas aéreas rusas llevaron a cabo bombardeos, y también se vienen dando ataques a objetivos sirios por parte del Estado sionista de Israel.
Todos estos acontecimientos son las señales más recientes de que el statu quo actual en el país, dividido y con injerencias extranjeras, sería insostenible. Por un lado, hay zonas en manos de la oposición siria, bajo la influencia de Turquía; por otro, regiones controladas por el gobierno sirio con el apoyo de Rusia e Irán; y por último, las franjas pertenecientes a organizaciones kurdas, fundamentalmente el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y las Unidades de Protección Popular (YPG), bajo los auspicios de Estados Unidos. Esta dinámica, que se mantenía contenida como una olla a presión, ya no se sostenía con los nuevos factores demográficos, sociológicos y realidades de campo imperantes en el país.
Cuando los crecientes problemas económicos, junto con el terrible colapso de la libra siria amenazaron incluso la seguridad alimentaria de la población, la gente salió a las calles. A su vez, la actual crisis en el Líbano y el estancamiento en Ucrania en el que se encuentra Rusia, están complicando aún más al oficialismo sirio.
El breve "impasse" sirio colapsó repentinamente. Lamentablemente, bajo estas condiciones, parece difícil lograr la paz y la estabilidad allí, sin un sistema y un orden político que se adapte a las estructuras étnicas y sectarias del país, que estén en consonancia con las realidades demográficas y sociológicas.
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