El reciente debate entre Joe Biden y Donald Trump de cara a las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre ha sido un cruce de chicanas en el que el candidato republicano se ha mostrado más seguro y enérgico, mientras que el actual presidente una vez más no logró disipar la imagen de senilidad y desorientación que ha acompañado a su figura en recientes episodios. Esto ha generado una ola de preocupación entre los miembros y simpatizantes del Partido Demócrata, y muchos se preguntan si su candidato está en condiciones de seguir adelante en la carrera electoral, a tan solo cuatro meses de las elecciones.
Varios observadores notaron que Biden tropezó con sus palabras en múltiples ocasiones y, en ciertos momentos, pareció quedarse paralizado. Esta actuación ha llevado a algunos demócratas a considerar la posibilidad de cambiar de candidato, en medio de crecientes dudas sobre la capacidad del actual presidente para llevar a cabo una campaña electoral efectiva.
Según una encuesta de CNN, Trump obtuvo el 67 % de los votos de los telespectadores, lo que intensificó las críticas hacia Biden dentro de su propio partido. Algunos funcionarios demócratas han comenzado a pedir abiertamente que el presidente retire su candidatura, permitiendo así la nominación de otro candidato que pueda presentar una campaña más sólida.
A pesar de estos llamados, cambiar de candidato no será sencillo. Biden, un político orgulloso y seguro de sí mismo, tendría que retirar su candidatura voluntariamente, algo que muchos consideran poco probable. A medida que las críticas aumentan, es posible que los llamados para que Biden termine su carrera política se multipliquen en los próximos días.
El "rolexgate", un escándalo reciente que involucra una colección de relojes lujosos de Biden, ha añadido más leña al fuego, desprestigiando aún más su administración. Aunque el Congreso ha optado por ignorar el asunto, el daño a la imagen del presidente es evidente. La aprobación de su gobierno ha caído a mínimos históricos, con solo un 5 % de aprobación, mientras que el Congreso cuenta con un 7 %.
Las opciones para reemplazar a Biden no son claras. Aunque se mencionan nombres como la vicepresidenta Kamala Harris, el gobernador de California Gavin Newsom, la gobernadora de Míchigan Gretchen Whitmer y el gobernador de Illinois J.B. Pritzker, no hay garantías de que cualquiera de estos candidatos pueda derrotar a Trump. Además, los índices de aprobación de Harris son bajos, lo que complica aún más la situación.
En medio de este panorama, figuras destacadas del partido, como Mark Buell, un prominente donante demócrata, se preguntan si hay tiempo suficiente para introducir a un nuevo candidato y si la democracia está en juego. La congresista republicana Marjorie Taylor Greene ha acusado a los demócratas de haber mentido sobre la gravedad de los problemas relacionados con la edad de Biden, sugiriendo que ahora tratarán de reemplazarlo.
La situación refleja la profunda crisis y división dentro del Partido Demócrata, que enfrenta un desafío monumental en su intento de mantener la unidad y la competitividad de cara a las próximas elecciones.
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