(Foto: Ámbito)
Este domingo se realizaron en Argentina unas internas abiertas denominadas PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) para definir las candidaturas de las elecciones presidenciales del 22 de octubre. Este sistema de selección de aspirantes, impuesto en 2009 por el kirchnerismo por conveniencias electorales de ese momento, es absurdo ya que la mayoría de las fuerzas no presentan variantes para elegir sino una sola candidatura, por lo que termina siendo un acto electoral testimonial, con todo el gasto estatal y de recursos que implica. A la postre, sólo funciona como una gran encuesta, que además tergiversa el espíritu de una verdadera interna, instancia en la que cada espacio político debería decidir sus candidaturas, justamente de manera “interna”, es decir, entre sus miembros, socios y militantes. Las PASO son un verdadero engendro que ya es hora de dejar atrás.
La jornada dejó varios aspectos para analizar, pero sin dudas el dato político saliente e incuestionable de los resultados fue el triunfo con un treinta por ciento de los votos de La Libertad Avanza, espacio político de Javier Milei, un excéntrico personaje de derecha que cobró notoriedad hace unos años por sus apariciones televisivas como economista invitado, concitando la atención por su curioso peinado, histrionismo y rapidez para exasperarse. Su aspecto e intervenciones crispadas, con definiciones extremas y tajantes, forjaron un personaje mediático llamativo y grotesco, que incluso lo llevaron a hacer temporada de teatro junto al “capocómico” Eugenio “Nito” Artaza, quien también además de su oficio de humorista, desde hace años ha incursionado en la política.
Milei, un liberal ortodoxo que ha publicado textos sobre economía, explota sus aparentes conocimientos de esa disciplina para presentarse como un teórico, referenciándose en la escuela austríaca de economía, y en particular en el economista Ludwig von Mises. Se define como “anarco-capitalista” y “libertario”, pero obviamente no tiene nada que ver con la rica tradición anarquista y ácrata. La nueva derecha ha usurpado estos términos, captando así cada vez a más jóvenes descontentos e invitando a dar la “batalla cultural” contra “el marxismo” y la izquierda dominantes. Milei aprovechó su paso fulgurante por la TV y el reconocimiento popular que le valió su extravagante imagen para subirse a esta nueva corriente y encarar una carrera política, cuando como panelista televisivo se la pasaba despotricando a los políticos de carrera, calificándolos de “casta”, otro vocablo que le arrebató a la izquierda tradicional.
Hay que admitir que esta nueva derecha está encarando su empresa de manera eficaz, anclando fuerte en las redes sociales a través de influencers y generadores de contenidos digitales que aprovechan el desgaste producido por movimientos “centroizquierdistas progresistas” como el kirchnerismo, que representan en realidad populismos nacionalistas burgueses que no cuestionan el sistema. Por encima de esos jóvenes que realizan “memes” y videítos de Tik Tok, hay algunos “ideólogos” un poco más sofisticados, como Agustín Laje y Nicolás Márquez, conferencistas y escritores, autores entre otros textos del “Libro negro de la nueva izquierda”.
Un dato es concreto, hasta hace no más de diez años, declararse pública y abiertamente de derecha en la Argentina era algo impensado, más bien reprimido y vergonzante. Ahora, el país podría ser el próximo en el que un personaje de esta nueva extrema derecha acceda a la presidencia, como lo hicieron Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil, dos personajes que esta corriente reivindica.
Entre las propuestas de Milei figuran “dinamitar” el Banco Central, supuestamente para eliminar la inflación por medio de la emisión, y la dolarización, es decir suprimir el peso y la adopción del dólar estadounidense como moneda de curso legal en la Argentina. Detrás de estas posiciones, no esconde su afán de reprimir a los movimientos sociales, como los piqueteros. Incluso, previo a los comicios, el “anarcocapitalismo libertario” extremo que pregona, lo llevó a justificar el comercio de órganos y de niños, lo que, junto a otras polémicas en que se vio envuelto, como la venta de cargos y otras típicas maniobras de “la casta”, habían desdibujado su candidatura, por lo que los guarismos de ayer, que no se veían reflejados en las encuestas previas, causaron sorpresa, ya que además sus candidatos en las provincias venían conquistando muy bajos números en distintas elecciones a gobernador.
Milei no tiene un armado nacional, aparato ni estructura. Muchos de los sufragios que obtuvo son un reflejo del “voto bronca”, algo que también quedó evidenciado por el alto índice de ausentismo, sufragios en blanco e impugnados.
El oficialismo, ahora denominado Unión por la Patria, quedó tercero y apenas superó el 27 por ciento de los votos con la candidatura principal del ministro de Economía, Sergio Massa, haciendo la peor elección del peronismo en la historia, nada de extrañar con una inflación anual superior al 100 por ciento, magros salarios y altos índices de pobreza y exclusión.
El funcionario, proveniente del espacio liberal de derecha UCD, quien se había peleado con el kirchnerismo y volvió al redil como tantos otros, comenzando por el presidente Alberto Fernández, reunió poco más del 21 por ciento de votos. Pero el peronismo gobernante también presentó otra lista encabezada por Juan Grabois, un operador cercano al Papa Francisco que hace mímicas de representar a los sectores carenciados y de la “economía popular”, que no llegó al 6 por ciento de los votos y terminada la elección estaba exultante al lado de Massa, ya haciendo campaña por él, a quien no hace mucho había clamado que jamás votaría. Allí está ahora el papista, firme junto al candidato del FMI y de la Embajada de Estados Unidos.
En segundo lugar a nivel nacional quedó ubicado Juntos por el Cambio, un espacio de centroderecha que ya gobernó el país a través de Mauricio Macri entre 2015 y 2019. En la interna de esa coalición, Patricia Bullrich se impuso a Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por una diferencia bastante amplia de casi seis puntos procentuales. La candidata triunfante tiene un discurso de derecha similar al de Milei, haciendo constantemente eje en el orden y la mano dura. Larreta pretendía mostrarse como más moderado y dialoguista, estrategia que parece no haberle rendido frutos en una Argentina “agrietada”. En ese reducto político que se suponía principal fuerza opositora, algo ahora puesto en cuestión, evidentemente el sector de los "halcones" es más nutrido que el de las "palomas", denominaciones con las que se han popularizado ambas ramas internas.
La izquierda marxista, como es habitual aquí, fue dividida en varias listas. La única que logró superar la barrera de votos que impone las PASO para acceder a las elecciones de octubre fue el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), con un magro 2,7 por ciento. Dentro de ese ínfimo porcentaje, la candidata Myriam Bregman, del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), superó a su rival Gabriel Solano, del Partido Obrero (PO), oficial. Este último partido hace pocos años se ha dividido, por lo que surgió la corriente Política Obrera, en la que se encuentra el histórico dirigente del PO Jorge Altamira. Esta tendencia llevó su propio candidato, Marcelo Ramal.
Así, se plantea ahora un escenario incierto, casi dividido en tercios, en el que se podría dar incluso un ballotage entre dos representantes de extrema derecha casi fascista (Milei y Bullrich), que expresan abiertamente una agenda reaccionaria contra los trabajadores. Los tres candidatos que aparecen teniendo chances, son los candidatos del ajuste.
Una cosa es segura, si alguno de ellos osa socavar derechos y conquistas populares que en la Argentina son un baluarte, vamos a ser miles los que estaremos dando batalla y resistiendo en las calles para defender esos logros.
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