Grupos terroristas vinculados a Estado Islámico y Al Qaeda, entre otras agrupaciones fundamentalistas, que operan en Burkina Faso llevaron a cabo una serie de ataques simultáneos contra templos religiosos y bases militares, dejando un saldo de numerosas víctimas, y que requirieron el involucramiento de miles de combatientes, demostrando su considerable poder de fuego.
Desde su llegada a este país africano en 2016, estas facciones han provocado miles de muertes y desplazamientos masivos, estimados entre veinte y veinticinco millones de personas. Han perpetrado ataques contra civiles, secuestros, atentados contra infraestructuras como escuelas y mezquitas, así como contra fuerzas de seguridad y militares. Estas acciones llevaron al cierre de todas las escuelas en el norte del país.
A pesar de la presencia de operaciones militares francesas en la región desde 2013, las autoridades de Burkina Faso han enfrentado dificultades para contener la amenaza terrorista. En un cambio de estrategia, las fuerzas armadas locales han decidido expulsar a las fuerzas extranjeras y combatir el terrorismo con sus propios recursos, con el apoyo de mercenarios rusos del Grupo Wagner para el entrenamiento de tropas. Se han creado grupos paramilitares para reforzar la seguridad.
A pesar de estos esfuerzos, la situación sigue siendo desafiante. Los ataques terroristas han provocado el desplazamiento de millones de personas, exacerbando problemas como la escasez de vivienda, acceso a servicios básicos y desempleo. Los niños se ven especialmente afectados, con un alto índice de desnutrición.
La ciudad de Djibo, en el norte de Burkina Faso, ha sido especialmente afectada, con el asedio terrorista obstaculizando el acceso a alimentos y servicios básicos. Los residentes han tenido que recurrir a medidas extremas, como cavar pozos para obtener agua, ante el saqueo de infraestructuras por parte de los terroristas.
Las autoridades aún no han determinado si estos ataques fueron coordinados. Además de los ataques a templos religiosos, se registraron combates en varias ciudades, donde las fuerzas de seguridad lograron neutralizar a numerosos terroristas.
Burkina Faso continúa enfrentando una grave amenaza terrorista que afecta a la población civil y la estabilidad del país. A pesar de los esfuerzos para combatir este flagelo, la situación sigue siendo preocupante y requiere una respuesta coordinada y eficaz por parte de las autoridades locales e internacionales.