(Foto: Valeria Mongelli/Bloomberg)
El gobernante Partido Popular de Camboya (CPP), liderado por el veterano primer ministro, Hun Sen, quien gobierna ese país desde 1985, se adjudicó 120 de los 125 escaños en disputa del parlamento en las elecciones celebradas el domingo, un acto prácticamente pantomimico dado la falta de oposición.
De acuerdo a los resultados aún provisorios, el oficialismo habría obtenido poco más del 82, por ciento de los sufragios, dejando así las puertas abiertas para su nueva reelección. Esta "victoria" ya se daba por descontada de antemano, tras la descalificación en mayo del principal espacio opositor, Candlelight Party.
A diferencia de 2018, cuando el CPP obtuvo todos los asientos del congreso, en esta ocasión el partido monárquico Funcinpec, liderado por el príncipe Norodom Chakravuth, sumó el 9,2 por ciento de los votos y logró conquistar cinco bancas.
Entre los resultados también se destaca la gran cantidad de boletas anuladas, que orillan el 6 por ciento de los sufragios. Muchos camboyanos marcaron con una gran "X" la papeleta antes de meterla en la urna para expresar su descontento, a pesar de que las autoridades locales habían amenazado con presentar cargos contra las personas que "boicotearan los comicios".
La ausencia de una oposición representativa, la parcialidad del Comité Electoral hacia el partido gobernante y el acoso contra de medios de comunicación independientes son algunos de los argumentos por los cuales diecisiete organizaciones internacionales especializadas en procesos electorales calificaron estos comicios como "una farsa".
Desde el gobierno camboyano argumentan que defienden la "democracia multipartidista", y alegan que a los comicios se presentaron 18 partidos políticos. Pero sucede que las 17 agrupaciones restantes son pequeñas formaciones que siguen la corriente al CPP, no son una verdadera oposición, a la que el oficialismo logró neutralizar gracias a su control de los tribunales.
Estados Unidos indicó que no reconoce estos resultados y "exigió" a las autoridades camboyanas que "retomen la democracia".
Ex comandante del régimen genocida de los Jemeres Rojos que se cambió de bando, Hun Sen tomó las riendas del gobierno camboyano con el apoyo del ejército de Vietnam, que había puesto fin a una sangrienta dictadura que dejó un millón y medio de muertos. Poco a poco, fue barriendo a la oposición parlamentaria, se hizo con el control de los tribunales, cerró medios críticos y lanzó duras campañas de represión contra la disidencia política.
Hun Sen únicamente es superado con más tiempo en el cargo por los mandatarios de Camerún, Paul Biya, quien gobierna desde 1982; y de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, en el poder desde 1979.
El autócrata camboyano dejó trascender que esta sería la última vez que se candidatea, pero ya estaría preparando todo para ceder el poder a su hijo primogénito, Hun Manet, general del Ejército de Camboya formado en una academia militar estadounidense.
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