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Perú: el Congreso golpista destituye por unanimidad a la golpista Dina Boluarte

Por Joaquín Antúnez / Política Obrera

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En una sesión maratónica, el Congreso de Perú, luego de un debate abreviado acerca de la “permanente incapacidad moral” de Dina Boluarte para ejercer el cargo de Presidenta, votó su destitución por 120 votos presentes. La totalidad de los partidos golpistas que la catapultaron a la presidencia en 2022 son los mismos que la destituyeron. Su reemplazante, José Jerí, presidente del Congreso, estará en el cargo de la Presidencia hasta fines de julio, y en abril próximo tendrán lugar las elecciones generales. En siete años se han sucedido siete presidentes; tres de ellos fueron desplazados por diversas alianzas parlamentarias. Las bancadas principales no superan los 30 diputados propios, es decir, un 25 % del total en promedio.


Boluarte había llegado a la vicepresidencia en 2021, acompañando en la fórmula al destituido Pedro Castillo por el partido Perú Libre. Luego de anunciar que renunciaría ante una eyección de Castillo asumió sin titubeos. Castillo, había querido anticiparse a una maniobra golpista y había llamado a censurar el Congreso y adelantar las elecciones parlamentarias. El Congreso, aún en su fragmentación, es dirigido por una alianza de derechistas y ultraderechistas ligados a Keiko Fujimori, la hija del exdictador peruano, y la Iglesia. El propio Jerí es miembro de Somos Perú, el partido de Martín Vizcarra, quién fue destituido en 2020.


En el marco de una investigación por abuso sexual, Jeri fue derivado a asistencia psicológica por “impulsividad y conducta sexual patológica”, la cual incumplió, y seguido de una causa paralela por “insubordinación a la autoridad”, debido a su incumplimiento.


En su primer discurso como presidente, Jerí, hizo referencia a los crecientes casos de crimen organizado, que motivaron diversos paros obrero patronales de protesta. Prometió que redoblaría los esfuerzos en la militarización del país, pero las fuerzas del “orden” son utilizadas para reprimir a los transportistas, comunidades indígenas y a la juventud estudiantil que se ha movilizado intensamente desde el golpe de 2022. Las últimas medidas de Boluarte -secundadas por el Congreso- como la aplicación de una reforma previsional que favorece al sistema de pensiones privado y a los bancos y acreedores de fondos, debieron darse de baja parcialmente como resultado de las intensas movilizaciones de los jóvenes -los principales afectados por la medida-. La lista de heridos de gravedad se incrementa en cada movilización; los choques con la policía son intensos.


Los principales organismos de Derechos Humanos denuncian constantemente “excesos” en la represión policial. Desde 2018 las listas de muertos en manifestaciones y piquetes supera largamente los 200 muertos. La fuerza para combatir “a los enemigos del Perú” como definió el presidente serán puestas en función de contener una movilización popular creciente contra una desprestigiada dirigencia política que se renueva entre corruptos y golpistas. La democracia peruana se ha convertido en una ficción,


La oligarquía limeña es consciente de este problema. El gobierno de los Estados Unidos no ha emitido comunicado alguno sobre la destitución de Boluarte, lo que equivale a un aval político. Boluarte solo se había sostenido en el poder por su pertenencia a la tropilla de fascistas trumpistas de América Latina. Ahora, Jerí busca ocupar ese lugar, inspirado en el presidente ecuatoriano Daniel Noboa.


La irrupción de la juventud estudiantil y trabajadora en esta crisis política es manifiesta. Entre estos sectores ha nacido la reivindicación de una Asamblea Constituyente soberana, que rememora la que tuvo lugar a fines de los 70.

 
 

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