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Protestas en Bulgaria hacen retroceder al gobierno

Por Camilo Márquez / Política Obrera

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Protestas multitudinarias en Sofía y otras ciudades búlgaras, contra los planes presupuestarios de la coalición gobernante, forzaron al Gobierno a dar marcha atrás con el proyecto de ley que aumentaba las contribuciones individuales a las pensiones y a los programas de seguridad social. Las manifestaciones fueron convocadas por partidos de oposición que no gozan de un amplio apoyo público: “El proyecto presupuestario incluía subidas de impuestos y pensiones y un mayor endeudamiento para financiar el gasto público” (La Nación, 2/12). Preveía un déficit del 3 % y un salario mínimo de 620 euros mensuales.


El presidente Rumen Radev ocupa el cargo desde 2017 con poderes limitados en política exterior y defensa. El mando real recae en el jefe de gobierno, el primer ministro Rosen Zhelyazkov, miembro del partido Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB por sus siglas en búlgaro), quien asumió el puesto el 16 de enero de 2025. El gobierno descansa en una alianza frágil y extremadamente divergente que reúne a la centro-derecha pro Unión Europea, al Partido Socialista Búlgaro prorruso y otra formación de tendencia nacionalista. Esta coalición frankenstein es el último experimento con el objetivo de encarrilar el país después de un período de inestabilidad política prolongado. Los búlgaros han acudido a las urnas siete veces desde 2021, para elegir un Parlamento que ha estado paralizado por una seguidilla de coaliciones lideradas por distintos partidos de centroderecha y derecha.


“La magnitud de las manifestaciones del 1 de diciembre sorprendió a todos. Inusualmente, no se limitaron a Sofía. Multitudes se congregaron en numerosos pueblos y ciudades de Bulgaria.” (Reporteri 2/12). Varios factores parecen haber contribuido, muchos expresaron su enojo por la decisión de Bulgaria de adoptar el euro el 1 de enero, aunque esto aún está por verse: “Los próximos meses son extremadamente importantes para la orientación política de Bulgaria”, ha afirmado el primer ministro, quien ha advertido de que "la adopción del euro no está garantizada", informa el diario búlgaro Telegraph. La eventual entrada en la zona común ha causado, entre la población del país balcánico, temores a una fuerte subida de precios. Se trata del país más pobre de la Unión Europea y es el segundo en nivel de corrupción, solo por debajo de Hungría.


Bulgaria se integró este año al espacio Schengen, una zona de libre circulación de personas europeo sin controles fronterizos internos entre los países miembros, que con el rearme europeo tiene su complemento bélico: un «Schengen militar», cuyo objetivo es facilitar la libre circulación de tropas y equipos en todo el bloque con dirección al este, como planificación de contingencia frente a Rusia. En el subsuelo de esta integración se libra una batalla feroz por los despojos de Ucrania entre Francia, Alemania y Polonia. Esta última motoriza la denominada “Iniciativa de los tres mares” que conecta los territorios entre el Báltico, el Adriático y el mar Negro, donde Bulgaria desempeña un papel clave. El propósito de Varsovia es facilitar por medio de esta palanca la extracción de la riqueza ucraniana a través de ese enorme territorio y, al mismo tiempo, liderar el costoso plan de “contención” de Rusia, prescindiendo y en oposición a Francia y Alemania. Moscú ya ha calificado esta “iniciativa” pretendidamente económica como una serie de proyectos logísticos militares hostiles a sus intereses.


El presidente del país, el prorruso Rumen Radev, abogó durante las protestas por la dimisión del gobierno y la celebración de nuevas elecciones. El Gobierno debió desechar el proyecto de presupuesto a la mañana siguiente a las protestas.


Toda Europa oriental se encuentra en la primera línea de guerra.

 
 

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